Los efectos de la crisis han hecho cambiar el enfoque y la mecánica de las organizaciones convocadas al debate a ambos lados de los Pirineos. En Francia, «hay más de 8 millones de personas por debajo del umbral de pobreza, y unos 4 millones tienen acceso a la ayuda alimentaria», dijo Patrice Blanc. «Trabajamos 365 días al año porque la pobreza no sabe de estaciones».
Por otro lado, hay tareas cuya urgencia ha crecido de forma exponencial. «Lo que hagamos en los próximos años va a determinar cuál va a ser la calidad de vida de todos nosotros. La destrucción de la naturaleza no es local, es global», afirmó Del Olmo antes de citar al presidente francés Emmanuel Macron: «la batalla contra el cambio climático se está perdiendo», de ahí la necesidad absoluta de «acelerar el ritmo de nuestro trabajo».
Estrella Galán de CEAR repasó los episodios recientes de acoso policial y judicial a organizaciones y activistas, y concluyó: «Hay un retroceso en los derechos, hay políticas europeas que están dando un paso atrás en cuanto al cumplimiento de derechos humanos y eso es una fórmula más para quitar el foco a las organizaciones que estamos intentando dar luz al cumplimiento de los derechos».
De lo dicho se deduce que la modulación de las relaciones entre las ONG y los Estados es fundamental. «Llegamos donde el Estado del bienestar no llega. El error es pensar que lo podemos hacer en sustitución del Estado», afirmó Olivier Longué, que además señaló las diferencias de filosofía entre ambos países. «En Francia hay un concepto de política de Estado de cooperación; en España hay quizás una percepción más de política de partido».
Todos señalaron la importancia que tiene en sus respectivos presupuestos la aportación solidaria del ciudadano de a pie, sin cuya ayuda no podrían sobrevivir. Y en lo que respecta a la situación en España, destacaron el enorme potencial de incremento de las donaciones, dado que ahora mismo estamos lejos de las que se registran en Francia y en otros países de nuestro entorno. También se subrayó la necesidad de contar con la colaboración del mundo empresarial. «Necesitamos empresas que alcen la voz, y líderes empresariales que se sumen a nuestro discurso», aseguró el portavoz de WWF, «y que las empresas que no están contribuyendo empiecen a cambiar la orientación de su producto».
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